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Serie Metafísica

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Obras de la serie Metafísica

Texto escrito sobre la serie Metafísica

Factorías de Ilusión

Miguel Villarino, editor, excelente grabador ( que ha recibido recientemente el Premio Nacional de Grabado “María de Salamanca”, concedido por el Museo Nacional del Grabado Español Contemporáneo de Marbella), hombre que parece todo él desprender energía, es también un pintor vigoroso al que poco a poco vamos descubriendo. A él, al siempre inspirado Juan Manuel Bonete, que la dirigió, les debemos aquella revista, Estación Central, de amable memoria en la que se armonizaban grabados y poemas bajo una esmerada presentación.

Ahora Miguel Villarino nos sorprende con una exposición, De la metafísica del homo faber, y una pintura plena de colorido y de ritmo, bien alejado de esa otra “pintura negra” que reunió bajo el título Exitus Vitae.

Motivos de fábricas que se repiten como acordes musicales, cadencia de chimeneas y tejados que se contraponen a las variaciones cromáticas.

Quizá sea la influencia de De Chirico que la palabra fábrica evoca pictóricamente, un reino de sombras y de soledades que tiende lánguidamente al crepúsculo y a la monocromía; por ello quizá llama tanto la atención esta sinfonía fabril de Miguel Villarino, por su vitalidad, la fuerza, o el desenfado en ciertos momentos, del color, por el vigor del trazo digno de ese fervoroso amante de la obra xilográfica.

Reducir al hombre a su impulso fabril, convertir la línea en el corte, ver el color en su esencia primera, definir el espacio mediante grandes cavidades cromáticas, hacer de la pintura un terreno exclusivo de a inspiración en estado primordial.

No hay nada glacial ni cruento en estas pinturas- Si no se quiere comprender su estructura, se puede disfrutar de su fuerza lírica,, de su trazo enérgico.

Para un grabador, el taller es su fábrica el lugar de trabajo tiene una importancia casi sagrada y así es como él quiere ver también al hombre, como un constructor, un hacedor entregado a una tarea de fundación

Nos gusta esta pintura de Miguel Villarino que se inicia por el camino del misterio, en la que no renuncia a ninguna de las grandes líneas de la pintura el color, la composición, la inspiración

En estas fábricas esquemas de ciudades industriales, apuntes de sueños de mecanización, se adivina sin dificultad su encanto y al mismo tiempo que se descubre la armonía propia de cada cuadro, puede también disfrutarse del ejercicio coral que supone el conjunto de la exposición.

A base de insistentes variaciones la fábrica inacabada, más que mutilada, se convierte en el símbolo de un tiempo que quizá concluye

Ya las sociedades más desarrolladas dejan de ser industriales y esa silueta tatuada con su gran chimenea erecta y su sinfonía de ventanas cada vez perteneces menos a nuestro paisaje cotidiano para formar parte de ese otro paisaje de los sueños- Tampoco está mal que así sea, como un reflejo en el agua, que estos símbolos se diluyan en ceniza y arco iris.

Raúl Eguizábal

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